
Una triste realidad. La caída del consumo y la baja rentabilidad son los principales factores por los cuales algunos empresarios y comerciantes del principal distrito de la provincia y del interior comienzan a aplicar medidas que afectan a la masa de trabajadores.
Pasan los años, cambian los gobiernos y las políticas económicas en el país no logran dar en la tecla para que el consumo pueda levantar sus porcentajes. La pérdida del poder adquisitivo es cada vez más notoria y la gente se vuelca a las compras del día a día y elige segunda o terceras marcas. Algunos mayoristas locales comienzan a reducir personal.
El poco porcentual de aumentos en los distintos sectores del trabajo provoca que el consumo de los distintos produzca se reduzca a la máxima expresión y hoy los salarios alcanzan para cubrir las necesidades básicas y en algunos casos, ni eso.
Las compras para al por mayor o el llenar el changuito pasa a ser utópico en Argentina. Lo preocupante que la baja del consumo acarrea varios aspectos de la economía y la principal preocupación es la perdida de la fuente de trabajo.
En el ámbito local, José María Beigbedher, comerciante mayorista, explicó cómo la inflación, la caída del consumo y la pérdida de rentabilidad están impactando de lleno en el sector comercial.
El empresario describió un panorama preocupante, con aumentos constantes de precios y un consumo masivo cada vez más estancado.
"Seguimos con presión en los precios. En mis rubros, los aumentos rondan entre el 3 y el 5% cada dos meses. Acabo de hablar con proveedores que confirmaron nuevas subas", señaló Beigbedher, al tiempo que remarcó que el contexto económico obliga a una revisión profunda de estructuras y gastos.
En relación al Día del Padre, una fecha que históricamente generaba movimiento comercial, el panorama también es poco alentador.
"En mi rubro está todo muy tranquilo. Antes esas fechas generaban derrame en todos los sectores, pero ahora ni eso. El consumo masivo está muy quieto", advirtió.
El comerciante también confirmó una decisión difícil: reducir personal. "Hace 20 años que vengo sumando gente, pero este año tengo que disponer de al menos 10 empleados. No hay manera de sostener el esquema actual. Bajó muchísimo la rentabilidad. Antes, con la inflación ibas remarcando, pero ahora hay que ser mucho más competitivo y eficiente", explicó.
Además, Beigbedher mencionó el impacto de la cercanía con zonas fronterizas, donde los consumidores optan por cruzar a Uruguayana o Paraguay para conseguir mejores precios.
"En esas zonas, directamente dejamos de enviar vendedores. Ya no se justicia. Todo el mundo se cruza y eso te deja con gente ociosa en venta, reparto y preparación".