Bullying: la violencia escolar afecta a 6 de cada 10 alumnos de la Primaria

INDICADORES ALARMANTES EN CORRIENTES. El promedio nacional de violencia y dis­criminación en escuelas es elevado. El NEA, incluidas Chaco, Misiones Y Formo­sa, muestra cifras aún más críticas

Según un informe de Argentinos por la Educa­ción, revela que Corrientes presenta indicadores alar­mantes de violencia y dis­criminación en las escuelas primarias. Aunque el pro­medio nacional es elevado, la región del NEA -incluidas Chaco, Misiones y Formo­sa- muestra cifras aún más críticas. Expertos advierten sobre la necesidad de po­líticas integrales de convi­vencia.

La convivencia escolar en las escuelas primarias de Corrientes presenta serios desafíos. Según un recien­te informe del observatorio Argentinos por la Educa­ción, el 61% de los estu­diantes de 6.º Grado en la provincia declaró haber sido víctima de alguna forma de agresión (ya sea física, ver­bal o a través de redes so­ciales), y el 44% afirmó ha­berse sentido discriminado dentro del ámbito escolar. Se trata de una realidad que se extiende en todo el país, pero en las provincias del NEA los datos son preocu­pantes.

Los datos, extraídos del cuestionario complemen­tario de las pruebas Apren­der 2023, revelan que las situaciones de violencia y exclusión están lejos de ser excepcionales y se han ins­talado como parte del día a día en la experiencia escolar de una porción significativa del alumnado.

Violencia entre pares, un problema extendido en el espacio escolar. Uno de los puntos que tomó este infor­me como dato alarmante es el de la acción en los hechos de violencia escolar, dado que lo conflictos no se que­dan en la percepción. Según el análisis, a nivel nacional, 3 de cada 10 chicos (un 34%) reconocen haber agredido a un compañero y más de la mitad (56%) fue testigo de situaciones de violencia.

Entre las formas más comunes de agresión figu­ran las mentiras, las ame­nazas, el robo o daño de pertenencias y las agre­siones físicas o verbales, tanto presenciales como virtuales, mediante las redes sociales preferente­mente.

Sobre este último punto emerge un dato que causa una preocupación cada vez mayor: el 63% reporta haber sido víctima de alguna agre­sión o situación de violen­cia, ya sea en la escuela o en redes sociales en ese año, es decir, que 6 de cada 10 chi­cos manifestó ser objeto de malas experiencias en rela­ción a sus pares.

REALIDAD EN EL NEA

Si bien Corrientes pre­senta cifras preocupantes, la situación en provincias vecinas del Nordeste argen­tino es aún más grave. En el Chaco, por ejemplo, el 67% de los alumnos de 6.º Grado reportó haber sido víctima de agresiones y el 49% dijo haberse sentido discrimina­do, lo que lo posiciona como el distrito con el mayor ín­dice de discriminación en el país. Misiones y Formosa también exhiben indicado­res similares, con un 63% de víctimas de agresiones y un 44% y 43% de estudiantes discriminados, respectiva­mente. Estas cifras superan el promedio nacional, que se ubica en 63% de estudiantes que sufrieron algún tipo de agresión y un 36% que ma­nifestó haber vivido situa­ciones de discriminación.Entre los motivos mencio­nados por los estudiantes de Corrientes de sentirse dis­criminados se encuentran los aspectos físicos (32%), los gustos personales (29%) y la orientación sexual o identidad de género (26%). También se destacan la ves­timenta (23%) y las califica­ciones (23%), reflejando una diversidad de causas que atraviesan lo personal, lo identitario y lo académico.

Para Pablo Mainer, funda­dor de la ONG "Hablemos de bullying" y especialista en la materia, aclaró que los datos del informe "no nece­sariamente indican que en esas provincias haya ‘más violencia’, sino que reflejan cómo viven y sienten la con­vivencia los propios chicos". "Medir la violencia escolar es muy complejo porque en muchos casos ni siquiera se expresan o no hay espacios adecuados para hacerlo", dijo. Según Mainer, para desarticular los grados de violencia escolar es clave abordar el clima escolar en sus cuatro dimensiones: gestión, relaciones, comu­nicación y normas. "En ges­tión, se necesita un lideraz­go institucional que no sólo reaccione, sino que diseñe políticas preventivas. En la de relaciones, pasamos de observadores pasivos (com­pañeros, docentes, familias) a actores activos: promo­vemos instancias colabora­tivas, círculos de diálogo y proyectos grupales, donde los niños aprenden a escu­char, empatizar y reparar. La evidencia demuestra que ese cambio de rol de pasivi­dad a participación fortalece la convivencia", indicó.